A la mesa con Lezama

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Por: Félix Contreras

Tomado del prólogo «A la mesa con Lezama», publicado por Editorial Cauce.

Una oscura pradera me convida y yo me adentro en un sitio que no resulta innombrable: Trocadero 162

Una casa, no una casa cualquiera sino la que atesora el aura de ese escritor imprescindible de todos los tiempos: José Lezama Lima. «Su casa, hundida en el vórtice del tráfago habanero, donde nacer es una fiesta, lo vinculaba -y atormentaba- sensorialmente con el buen comer y el buen beber de otros sitios cercanos como El Anón de Virtudes, Restaurante Caracas y, más aún, los efluvios del queso derretido del restaurante «italiano» inmediatamente vecino (a la izquierda) que entraban por su ventana (siempre abierta) al mediodía. Y, no era -valga la aclaración-, amante de esa pizza que era, a pesar suyo, muchas veces, culpable de sus fosas nasales atentas al menor movimiento culinario de Doña Rosa (Rialta Olaya) y Baldomera (Baldovina) primero y, María Luisa (Bautista Treviño) después, cuando, ya su esposa asume el control total de la casa.

Ser de las islas, Lezama, sensual como buen caribeño, todo placer lo vinculaba al comer, es decir, a estar con el (los) otro(s) y, ¿Qué modo mejor? En cualquier carta, vemos aflorar sus calles favoritas: O’Relly y Obispo con sus librerías (La Victoria) y bodegas para beber una «costumbrosa cerveza» con Mariano Rodríguez en Empedrado, con Salvador Bueno en O’ Relly esquina a Compostela y, con Víctor Manuel, y otros amigos.

http:// Casa Museo José Lezama Lima

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